Eran las dos de la mañana. Sonó el celular, era ella y no contesté. A los pocos minutos volvió a sonar el celular, era otro el número. Pensé apagar el celular pero la curiosidad me ganó.
-¿Aló?
-Oye imbécil, ¿Estás afanando a mi flaca?
No contesté. Que se le acabe el saldo al huevón pensé, y me quede dormido.
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