domingo, 18 de diciembre de 2016

El Primer Beso

Oscurecía, la ciudad mostraba su rostro más oscuro y su mirada más fría, no sospechaba que iba a ser cómplice de este amor sin luna, ni estrellas, pues la luna brillaba por su ausencia y las estrellas agonizaban su recuerdo, el graderío soportaba nuestro peso, ella sentada allí, sus rodillas llegaban a sus pechos y sus brazos tomaban sus tobillos, yo a su lado, mirándola, las luces de los autos no alcanzaban nuestros rostros, solamente el faro que estaba justo arriba de nosotros y que alumbraba inútilmente. Yo, solo pensaba abrigarla del frío para siempre.
    - Me gustas – le dije.
Ella escuchó mi lento susurro,  con sus manos cubrió su rostro angelical, pensé que iba a levantarse y correr. Esta vez yo no iba a correr tras ella, solo iba a quedarme sentado pensando en lo que pudo ser, pero no fue así. Ella se quedó allí, se quedó inmóvil, no dijo nada, no hizo nada, su cuerpo pequeño parecía haberse quedado congelado, por el tiempo, por el frío, ¿acaso por mis palabras? No lo sabía, pero cuánto quería saberlo.
Las ráfagas de aire que respiraba era rápidas, mi corazón aceleraba el ritmo, mi cuerpo estaba sobresaltado, temblaba no por frío sino temblaba de amor, mis manos, a pesar del frío, sudaban, tome un respiro fuerte, seque mis manos y tomé las suyas, retiré de sus rostro sus manos y acerque mis labios, hacia ella, ella correspondió. Su labios eran finos, delgados, eran los labios más hermosos y sexys que había visto y besado, mientras nos besábamos nos pusimos de pie, sentí que sus labios se separaban de los míos y pronto oí.
   - Desde cuándo – Preguntó.
   - Desde siempre – Respondí.

Y continuamos besándonos sin sentir preocupación por el tiempo, por la hora, por la luna por nada, estuvimos ahí no sé cuánto tiempo, creo que sigo ahí a pesar de que pasaron muchos años.